
Por Alicia Lorena Sanchez Ivanich
colaboradora de Tiempo de Jujuy en New York
Vivir en New York es una experiencia incomparable, un desafío a tu zona de confort, el privilegio de coexistir con múltiples culturas, un constante estado de asombro, y para muchos, el encontrar esa fuerza interior que desconocíamos.
La ciudad que nunca duerme, como se la conoce, ha cambiado abruptamente desde el 20 de marzo cuando su gobernador, Andrew Cuomo, dispuso una nueva medida que dio en llamar PAUSE, entendida como políticas que aseguran igualdad de protección para todos. Ya las calles no son ese caos ordenado que nunca se detiene, sus luces ya no encandilan a los miles de turistas que la visitaban.

El 21 de enero se confirmó el primer caso de Coronavirus en Estados Unidos. El 3 de abril New York registraba 102.863 casos positivos y 2.935 decesos.
Las medidas fueron graduales a pesar que los casos de contagios aumentaban rápidamente, desde mantener distanciamiento social, aislamiento de los grupos de riesgo, suspensión de las clases, hasta llegar a la disposición de quedarse en casa.
Las personas en Estados Unidos, y particularmente en New York, son muy conscientes de sus derechos; es por ello que las medidas de aislamiento no se sintieron tan estrictas como en otros países, quizás en un esfuerzo del gobierno por mantener la calma y evitar el pánico en una ciudad tan densa como New York; el hincapié se hizo en eliminar reuniones en grupo y promover que las personas se queden en sus casas; para reforzar estas medidas, la policía patrulla las calles y ha empezado a remover temporariamente aros de basquetbol en espacios públicos, uno de los deportes más popular en este país.
Así es como dentro de las actividades permitidas se hizo hincapié en todo lo que se encuentra vinculado al comercio de elementos indispensables (farmacias supermercados, minimercados y estaciones de servicio), la salud y la seguridad pública.
Pero acá en “la Gran Manzana”, las presiones de los diferentes grupos económicos no se hacen esperar, al poco tiempo de anunciarse “PAUSE”, se les permitió a las inmobiliarias retomar con sus actividades, siempre que se respetaran las medidas de prevención.
Por su parte, la industria de la construcción, desde un principio, puso presión para no suspender obras, lo que causo mucho descontento en la clase trabajadora ya que no se les proveía de los insumos necesarios para protección. Recientemente una nueva directiva gubernamental y con el incremento de casos, freno la continuación de obras en construcción con excepción de trabajos de mantenimiento de infraestructura para hospitales, planes de vivienda social y reparaciones de emergencia.
La respuesta a esta pandemia por parte del Gobierno se hace presente de manera paulatina y cautelosa. Aquí, la respuesta del Gobernador para afrontar este desafío es considerada como un gran ejemplo de liderazgo por la mesura con la que conduce sus rondas de prensa, además la seguridad y diligencia al intentar, con los pocos recursos con los que cuenta, coordinar la ayuda necesaria en cada punto del Estado.

Un ejemplo de esto se observa en el sistema educativo, las escuelas, y universidades se encuentran cerradas desde el 16 de marzo. Para los alumnos de los niveles de la escuela elemental hasta la secundaria, el estado ha puesto a disposición de los alumnos que así lo requieran, de laptops para continuar con clases virtuales desde sus hogares, además, algunas empresas facilitaron el acceso a internet a los que también así lo necesitaran. Los tests para la detección del CO-VID19 están disponibles en algunos hospitales del estado de forma gratuita sin importar la situación inmigratoria de las personas.
Por otro lado el individualismo, propio de las grandes metrópolis, no se hizo esperar y junto a la paranoia generalizada, provoco que la gente se amontone en los comercios autorizados para seguir funcionando lo que ocasionó escasez de productos indispensables (comida, papel higiénico, máscaras, guantes, remedios y alcohol en gel) y en muchos casos se produjo suba indiscriminada de precios, por tal motivo se puso un límite en la compra de elementos por grupo familiar, y sanciones a negocios que aprovechen esta lamentable situación para aumentar sus ventas.
El estado anímico de la población es de preocupación, porque es evidente que la situación se está saliendo de control. Se teme que en cuestión de días, el sistema de salud colapse y las muertes lleguen a ser más de las que se prevén.
Una de las zonas más afectadas por los contagios es el barrio de Queens, parte de las razones por las que este área de la ciudad es considerada la “zona 0” en el país se debe a que concentra gran cantidad de inmigrantes, muchos de ellos indocumentados, que no tienen posibilidad a acceder a programas del gobierno de desempleo, asistencia para el pago de alquileres u obra social entre otros; y se ven obligados a seguir trabajando para poder sostener sus hogares, en la mayoría de los casos sin la protección suficiente, con lo cual el aumento de contagios es inevitable.

Las calles de la gran manzana se encuentran vacías, los neoyorkinos ya casi no salen en la ciudad que nunca duerme, y el brillo de sus luces se va apagando con el creciente aumento de contagios. Pero pese a la incertidumbre y el miedo a este enemigo invisible y, así como después de aquel nefasto 11 de Septiembre, en New York, prevalece la inmensa resiliencia de sus habitantes. New York Strong.