En esta tierra santa nadie se espanta si hay un ciclón
Y no se toma a pecho si cae el techo del comedor.
En esta tierra santa nunca nos falta imaginación
Para arreglar la pava y fijar la cama con precisión.
Lo atamo’ con alambre, lo atamo’, lo atamo’ con alambre señor,…
-Ignacio COPANI.
Esta es la costumbre arraigada en nuestra cultura: atar con alambre todo lo que se necesite mejorar o se necesite renovar, y continuar usándolo hasta la próxima urgencia. Tratar de avanzar sin planificación, sin visión de futuro, y de esta manera ese “alambre” no solo le resulta útil al campesino para solucionar ese problema en la granja, también le sirve a aquel empleado público que no puede capacitarse y le falta motivación para mejorar. Es el mismo alambre que usa el profesional, el empresario, el productor, el trabajador informal y sin dudas el político.
Ese alambre nos hace presumir de nuestra capacidad creativa, de la “viveza criolla” de la que nos ufanamos, de cómo hacer que algo caduco puede seguir funcionando más allá de su tiempo estipulado, pateando la pelota para un mañana incierto, en el que una futura gestión deba enfrentarlo nuevamente para —con suerte— resolverlo de manera definitiva.
Esta pandemia que paraliza al mundo entero tal vez provoque que el ser humano replantee su comportamiento y existencia. Un humano temeroso por el riesgo de su existencia, más pendiente de eventos extraordinarios que su realidad cotidiana. Nunca, salvo por el cine y la literatura, imaginó el daño que se podría producir a partir de un virus que mide entre 50 y 200 nanómetros.
Pero este replanteo, en el caso de la tierra del “lo atamo con alambre“, debe ser obligatorio. Si algo ha demostrado esta crisis es que no estábamos ni de cerca preparados para nada que interrumpa nuestra rutina cotidiana. En un contexto de crisis es muy difícil pretender planificar, proyectar y ser estratégico cuando nunca antes se hizo.
Una vez finalizada la crisis, una vez que podamos salir a la calle y visitar a nuestros afectos, de manera obligada deberemos reflexionar sobre qué podemos cambiar para que no nos pase de nuevo. Qué podemos nosotros, cada uno desde su escala mejorar en casa, en nuestro interior, en nuestra familia, en nuestro trabajo.
Desde hace tiempo venimos atando con alambre, desde cuestiones hogareñas, los afectos, nuestra salud, nuestras obligaciones, nuestros derechos. Es hora que entendamos que debemos cambiar y reemplazar los alambres con soluciones reales a conciencia. Argentina se lo merece, se lo debemos a ella.
Para quienes tenemos un poco más de años y hemos visto miles de forma de atar con alambre, no nos sorprende esa capacidad de algunos de seguir con la misma y eterna costumbre. Con la diferencia que cada vez, la calidad del alambre empeora
En lo que to puedo me comprometo y declaro dejar de atar con alambre en mi vida y hacer lo mejor de mi en cada área, con mi pareja, con mis hijas, con mi familia, con mi trabajo, con mis relacione, con mis finanzas. Aportando en qué puedo ayudar a ese projimo mío inmediato y luego más más lejano. Cada uno desde yo mismo hacemos que esto sea sin usar alambres, demos soluciones que sean genuinas. Saludos y que cada uno realice su aporte a este oportunidad para hacer lo que nos toqué en la vida.
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